Sus intereses en los últimos años lo han llevado a desarrollar un lenguaje que es tributario, por un lado de la pintura de los siglos XVII y XIX, y por otro lado, de la fotografía y de ciertas formas de procesar imágenes típicas de esta época tales como Photoshop y los gráficos 3D. En efecto, valiéndose de estos nuevos recursos y de aquella tradición estrictamente pictórica, le es posible expandir los límites de lo pintable - lo pintable en cuanto representable - de una manera que no se agota en sí misma como la que propone el conceptualismo, y articular una realidad contemporánea basada en planteos típicos del Barroco como la elusividad, ilusoriedad y reversibilidad de la mirada.
Victoria Kämmerer.
Génova, 2011